jueves, 5 de diciembre de 2013

Valiente y arrogante

frío contraluz
No hay identidad de paisajes. Pero al detenerme me acordé de los cafetales de la canción: "cuando la tarde languidece, renacen las sombras". Me paré junto a un Darro ruidosillo que corría entre vegetación escarchada a las cinco de la tarde. Nada que ver esas cinco con las de las gloriosas tardes de Corpus. Estas cinco también hacen languidecer los sentidos, pues ese sol menguante ni ilumina ni da calor, tan solo deslumbra a contraluz. Con todo, ese crepúsculo que se viven en las zonas de umbría de Granada cuando media la tarde del cercano invierno tiene un olor único... huele a poema dictado en susurro; huele a un tiempo que está por venir y a la vez huele a historias que no conocimos. Y en ese marco, el árbol. Un castaño de Indias valiente, tal vez arrogante, surgido de un complicado tajo urbano que escarba el río antes de perderse en las entrañas de esa bóbeda tenebrosa que aguarda en las mismas entrañas de San Gil y Santa Ana. Y lo cierto es que me gusta esa luz, contra la que lucha el turista-fotógrafo pillado buscándole las cosquillas a un árbol que crece, crece y cada vez ensancha más porte en la estrechura urbana más romántica de Andalucía. En unos días, ese árbol exhibirá su desnudez y tal vez amanecerá nevado. Pero ya veréis allá por la época en que un río de nazarenos camine por la vereda de piedra; entonces reinará inmenso y verde, dispuesto a convertirse en leyenda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario