lunes, 31 de marzo de 2014

El puestecillo de José Luis

Donde los olores nos lleven...
Granada es una ciudad donde puedes pasear solo por la calle sin sentirte solitario. Si hay que me gusta en mis largas tardes de paseos sin rumbo fijo es la conversación espontánea, el encuentro casual, el sentirte parte de ese engranaje humano que mueve las tornas de una ciudad única y esencial.
Busco siempre en mi periplo el cogollo siempre fresco y dicharachero de la Plaza de la Universidad. Me gustan las prisas de sus estudiantes, el ambiente de "escaqueo" de una tediosa clase de Civil o el cafelillo conversado de los estudiantes en las terracillas. 
Desde allí es inevitable dirigirme por San Jerónimo, intentando caracolear para aparecer en la otra punta, allá por Ciencias... Quizá busco inconscientemente la excusa de los olores. Los que sea Navidad, Verano, Otoño y, por supuesto... Semana Santa, nos meten de bruces el incienso por las narices, convirtiendo nuestro paseo en un sortilegio mágico que nos pone soniquetes de tambores en la mente y nos hace entrever el espejismo de un par de buenas levantás de Borriquita a las mismas puertas del Perpetuo Socorro.
Se llama José Luis, es un joven atento y cordial. Sus aromas de incienso son ya tan de Granada como la Fuente de las Batallas. Lavanda, romero, canela... hablamos de tantas mezclas posibles que aún creo tener en la retina de mi memoria olfativa el dulzor del humo blanco que sembraba la mañana granadina de toques de llamador y racheo de zapatillas. José Luis siempre está ahí y como decía antes si algo me gusta de andurrear por esas calles de Dios es pararme con gente que está ahí para que converses con ella. 
No paséis de largo, este hombre se gana la vida de manera honrada haciendo que su incienso nos haga evocar (y quien sabe si hasta llorar, ante ciertos recuerdos), de manera que la mañana se nos meta en los pulmones como un empujón del alma. ¡A esta es....!

sábado, 29 de marzo de 2014

El hueco

Más presente aún, si cabe
El hueco habla más de presencia que de una ausencia. En los días previos se produce el éxodo hacia otros altares efímeros que proclaman la Inminencia. Allí donde esa increíble mirada baja y ladeada ha contemplado, durante el año, todas las devociones silenciosas en la permanente y Húmeda Soledad de San Gil y Santa Ana, queda el rastro de una grandeza que para cada cual es íntima y única. Ella hoy señorea en el epicentro visual del Templo, mientras que la peana que tantos meses ha sustentado cientos de oraciones da la impresión de estar vacía; pero no ... ese hueco extraño que parece carecer ahora de sentido, expresa un potente rescoldo de permanencia, de vigencia ... Es un rincón vacío donde el sentimiento en sí se refuerza, pues en él intuimos la esencia arrolladora de la espiritualidad. Ella no está ahí, y sin embargo continua estando y quien de verdad la busca no necesita contemplarla pues ya la lleva dentro y el corazón de cada cual la atesora y la ve en tiempo real, en cada instante. 

jueves, 20 de marzo de 2014

Bocanadas de paz

Una manera deliciosa de comenzar el día
No es la primera vez que los músicos visitan este blog. Ni será la última. El encuentro con los artistas de la calle es tan gratificante como refrescante y, además, nos recuerdan que todos tenemos una deuda que cumplir con la cultura. Algunas veces me siento contrariado, como os ocurrirá a muchos, al pensar que la valía y la profesionalidad de los miembros de esta pequeña orquesta, al igual que la de cientos y cientos de músicos de todas las edades, bien merecería la oportunidad de un espacio escénico adecuado, el marco que les facilitase el poder demostrar que su trabajo es especial y sublime... Solo puedo decir que me encanta el encuentro casual -en este caso en la calle Mesones- con aquellos que ponen una pizca de belleza a nuestro discurrir cotidiano, rápido y deshumanizado. La música, esa música tan especial y suave nos regaló una bocanada de optimismo y de paz en una mañana luminosa de la casi primavera granadina. ¡Felicidades, chicos!.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Esta noche es nuestra

Algo más que un paseo
Esto, sencillamente, no tiene precio. No es ni un paseo, ni una calle, ni una vereda... es, simplemente, el lugar. Y caminar despacio por allí, tomando bocanadas de frío helado mientras que sobrellevas la humedad que, muchos metros atrás, se te metió en las piernas por San Gil y Santa Ana se convierte en un ejercicio de meditación trascendental. Así, un día cualquiera de entre semana puede ser especial si antes de cenar te pegas un bañito de ensueños mirando allá y acá, rebuscando con la vista no sé que extraños suspiros. Algunos gatitos asilvestrados pululan entrando y saliendo del enrejado de San Pedro y San Pablo; grupúsculos de turistas despistados escrutan hasta los empedrados buscando un algo típico que esta noche ha huido colina arriba. Yo me conformo con respirar y respirar, pensando en la suerte de disfrutar de este ratillo de conversación a tres bandas (al perrillo le decimos algo de vez en cuando), mientras vamos dejando atrás grandes trozos de historia, a un lado, y carteles de menús y tapeos que invitan a sentarse en terrazas vacías, a otro. Esta noche es nuestra y cuando desandamos el camino en dirección a Plaza Nueva tenemos la sensación de ser privilegiados...