lunes, 26 de mayo de 2014

Un pellizco grácil

Con encanto
Se dice de las personas atrevidas que cualquier cosa que se pongan les cae bien. No es el caso de Granada, cuyo clásico porte ha conjugado siempre muy mal con a saber qué cosas, principalmente aquello en lo que desde un punto de vista arquitectónico ha sacado los pies del tiesto. Pero he aquí que este edificio ha hecho un pacto con la dama de recia estampa que es esta ciudad y en ella encaja tan bien como los guantes blancos y largos de Julia Roberts sentada en el palquillo de la ópera. No solo me cae bien este edificio, sino que me gusta porque es un pellizco grácil en el moflete del Realejo. Y ahí está, con su fachada cubriéndose de luz cualquier mañana de esta primavera rara en la que la magia parece escalar sus paredes como una hiedra caprichosa. Para mí tiene mucho encanto y además "cae bien".

jueves, 15 de mayo de 2014

El topicazo

No me canso de mirarte
No me canso de mirarte; por mucho que la reflexión sobre esta contemplación suene a topicazo, a recurso requetemanido. Pero ¿a alguien le puede resultar reiterativa y recurrente esta visión?. Definitivamente, no. Y es que por mucho que remires sus muros que, a esa hora, son de color ámbar o por mucho que siluetees en tu corazón el perfil caprichoso de su talle arquitectónico... por mucho que hagas eso y más, estarás descubriendo un algo nuevo e inexplicable que salpica cada segundo de su historia de siglos. Por eso nunca cansa este lienzo espectacular y único. Su clave y secreto es que su armonía y belleza se renuevan en nuestros sentidos cada vez que nos detenemos ante su perspectiva caprichosa y envolvente. Siempre hay una excusa para rebuscar tu hechizo desde las eternas calles y cuestas que serpentean en torno a ti como gatitos ronroneando y sobándose entre las faldas de tu legendaria hermosura. Siempre hay una excusa para acercarse a ti, pero sin entrar en ti... para que nuestros ojos se vuelvan a casa borrachitos de la inmensidad de tus siglos. Y me andaré con cuidado... hace tiempo que tengo la costumbre de quedarme embobado, desde Los Tristes, con la barbilla alta esperando un ramalazo de tu hechizo... no vaya a ser que me lleve el "regalito" de una paloma y maldiga mis enamorados versos hacia ti con algún improperio "barruchón" que se cargue la magia del momento... ¡Ay, Granada!.

lunes, 5 de mayo de 2014

Volver...


Esta noche... quiero volar / F.A.
No hace falta la observación de que la foto está mal hecha. Es evidente. Claro que subiendo cuestas a las dos de la madrugada no andaba uno pendiente de la faceta más artística del momento y sí, no obstante, por beberme la noche a sorbos largos y pausados. 
Desde las alturas, Granada es inmensa. Desde cada ángulo es una Granada diferente. Son cachos de la Granada envuelta en un celofán ámbar; un regalo delicioso que te va dejando embobado hasta que finalmente te sientas en algún poyete y te dedicas a contemplar. Jamás será igual al día anterior. La luciérnaga urbana se extiende y resulta confusa de distinguir hasta en sus formas más elementales; se vuelve de todas las épocas y de ninguna a la vez, pero la magia de la nocturnidad es de tal envergadura que más que asombrarte te hace una mueca en el alma para que jamás olvides que una noche, ella, la Granada intemporal, te rebanó los sentidos para que sintieses, una y mil veces, la necesidad inmensa de volver... como su horizonte de luces.