lunes, 2 de diciembre de 2013

Desaparecen sueños

Un día fue una puerta...
Mi habitual figurante infantil realizó tres pasadas antes de captar la instantánea que me interesaba. La imagen necesitaba un soplo de vida y movimiento que contrastara con la estática superposición de reclamos. Tantos que los carteles ya son -lo que por aquí se dice- una "torta". No es un muro, se trata de la puerta de un gran comercio que conoció tiempos mejores y que como tantos es ya un cementerio donde en vez de flores se solapan carteles de conciertos, de actos culturales, afters y hasta circos. La publicidad invade espacios yermos que otrora fueron escaparates brillantes, portales de mundos donde una o dos generaciones iban atendiendo a clientes de toda la vida; es lo que supongo de esos establecimientos de puertas grandes y luminosos cubiertos de mugre y cagadas de paloma con tufo a años setenta y ochenta. La capital es un muestrario de ellos y la ausencia de futuros comerciales niega incluso el "prohibido fijar carteles-responsable la empresa anunciadora". Por no haber ya no hay ni quien denuncie. Cambia la ciudad, cambian las costumbres, desaparecen sueños...

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