miércoles, 6 de mayo de 2015

Ecos de bonanzas

Hubo mejores tiempos...

Cuando la tarde languidece renacen las sombras.... ¡y otra vez la canción!. Ya lo escribí por aquí alguna vez, y supongo que para reflejar alguna letanía de nostalgias empapadas de olor a humedad, a hoja de plátano de ciudad pisada, a meada de gato en los jardines o a chillidos de pájaros. Todo eso, y alguna sensación más de esas que, combinadas, nos hacen adorar Granada se junta en el nudillo urbano de la plaza de la Trinidad. 
Pero en su lado sur se amontonan los reclamos vacíos, los cierres echados para siempre y un extraño eco de años de bonanzas, de conversaciones de mostrador de aluminio y cristal y de comerciantes que iban madurando al compás de las generaciones del barrio.
El panel, de innegable inspiración ochentera-noventera, hace tiempo que dejó de llamar la atención para convertirse ahora en un abonado escaparate de plantas montaraces. Terminará por convertirse en un jardín vertical que oculte la tristeza del paso de una época, provocado a golpe de crisis.
Ni siquiera el brillo desmedido de las nuevas franquicias ahoga el dorado amargor de las imágenes que muchos guardan en la retina del tiempo: las bullas de compras de reyes, los regalos del día del padre... los relojes y casettes. Nada es lo que fue y nada es lo que será mañana mismo. Y lo que hoy consideramos cateto fue, una vez, parte de nuestro hacer cotidiano.

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