domingo, 24 de noviembre de 2013

El tite Carlos

Anverso

Reverso
No puedo evitarlo. Cada vez que puedo cae el café con media de mantequilla en la cafetería de la Facultad de Derecho (y si hace un día frío más que mejor) y, después, un vistazo conciliador al viejo emperador. 

Me dijeron la primera vez que lo habían vestido de flamenca... y así fue. Después lo vería de cruzado, de payaso, animal, pistolero... Lo de San Raimundo de Peñafort era una broma al lado de la que gastaban los de Medicinal en San Lucas. Y suerte de ti si no te hacían subir a lo alto del pedestal para endiñarte un morreo con el 'tite Carlos'. Así nos iba a los de la borreguera; nos tenían el culete cagado al menos durante el primer mes. 
Conforme pasaban las semanas y, como las tendencias de moda, iba cambiando la indumentaria del insigne protagonista histórico... al mismo tiempo se fraguaban amistades, grupos y corrillos de recuerdo imborrable: mis amigas las hermanas Encarni y Maria Luisa Gálvez, Mari Carmen Martínez o Antonio Martos (todos ellos de Granada); las primas Juanis de Pulpí, Marcos de Jaén; Mari Carmen, de Melilla; Enrique, de Motril... inolvidable, sin más. Ojalá algún día sepa de muchos de ellos.

Pero ahora, cuando una y otra vez paseo en torno a Carlos V se me viene a la cabeza la canción de Ana y Víctor en relación a la madrileña Puerta de Alcalá... "ahí está viendo pasar el tiempo", viendo pasar generaciones y generaciones, sufriendo impertérrito tanta tropelía de quienes, con el paso de los años, ahora se avergüenzan de haber coronado al emperador hasta con preservativos. 
Supongo que hace tiempo alguna autoridad desistió de restaurarlo. Intentos hubo, pero volvían las gamberradas, las mutilaciones, la humillación... Es cierto que la estatua tiene un algo familiar y cercano de lo que carecen muchas otras (salvo el famoso "viejo verde" del primer patio de la Facultad... glup), pero también es cierto que las turbas estudiantiles bien podían haber mostrado cierto recato y reverencia, en vez de hinchar al pobre a tomatazos o huevazos, que de todo hubo. 
Pues eso... nostalgia por un tubo.

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