lunes, 27 de enero de 2014

El sol extraño

Algo más que la hora del café...
Las cuatro de la tarde es una hora peligrosa. Las umbrías conquistan el centro de Granada justo en el momento en que más apetece un paseo vespertino y justo cuando uno se da de bruces con uno de los escasos remansos soleados donde la conversación estudiantil se estira en torno al cafelillo y donde es inevitable estirar las piernas, cerrar los ojos y sentir el calor de un sol extraño que se hace el huidizo sobre los esqueletos de los árboles de la Plaza de la Universidad. Añoro esas conversaciones de terracita soleada y fría, pero sobre todo recuerdo como cada tarde me detenía unos segundos a fijarme en esas ramas yermas, esperando el momento en que -como un milagro- descubriría unas yemitas verdes que anunciarían los meses eternos de la Granada de siempre...

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