domingo, 8 de junio de 2014

Hoy no me quiero recoger...

Más que un susurro
Los días se hacen tan pesados como eternos y el calor es un mazazo fuera de las calles entoldadas. Pero el anochecer trae regalo doble a la Granada de junio que se está "emperifollando" para sus fiestas: la suave templanza y la conquista de los susurros. A las diez de la noche la calle huele a un semi-fresco juguetón que te da en la cara a ramalazos, mientras que el sonido del agua invita a dar rodeos por las plazuelas en busca de una y otra de esos pequeños reinos de los sentidos que son las terracitas. Del Darro para arriba ni cuento, es el delirio. Más en el corazón de la ciudad conviene ir preparados para volver tarde a casa, porque la noche de comienzos de verano es como una novia antigua detrás de la ventana con reja cubierta de geráneos... hay que cortejarla hasta que los grillos se cansen de madrugada.

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