domingo, 30 de noviembre de 2014

El conciertazo

El rock de la siesta...
No era la hora prevista para el concierto callejero. Y no había más público que algún turista japonés despistado pero a la vez extraordinariamente sonriente... Tampoco llegué a preguntarles el nombre del grupo. Ni quienes eran.
Eran las cuatro de la tarde. Un momento en el que la voz desgarrada y potente del vocalista -el mejor que he escuchado en años- rebotaba una y mil veces contra los muros (también potentes) de la Chancillería de Granada.
Esos son los momentos. Mis momentos. Aquellos en los que aún no hay multitudes, y tienes el privilegio de ser espectador único y preferente. Alguno de ellos se preguntaría quién osaba dar vueltas en torno a un escenario todavía desnudo de destellos, pero rabiando a la vez por transmitir una música que a pie de acera multiplica su valor, por aquello de la tremenda y valiente osadía del directo de los directos: el que horas más tarde le metieron por los oídos a la ya bulliciosa plaza Nueva. 
En esta Granada de los encuentros no hay mañana ni tarde sin un concierto urbano que meterte en los sentidos y ciertamente la busco en mis paseos; pero lo de este grupo fue mucho más allá porque volvió a reiterarme en mis propias convicciones: ¡la de gente profesional que hay dando el callo!.
No quería que esta foto a traición quedase en el tintero. Me dejaron con la boca abierta y quería contarlo. Un conciertazo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario